Nació en Tagaste (África
del Norte) en el año 332. Con el bautismo llegó su conversión y quería
dedicarse a la vida de oración y soledad. Pero sus padres la hicieron casarse
con Patricio, un hombre que no tenía ningún gusto por lo espiritual. La hizo
sufrir muchísimo y tuvieron tres hijos. Su marido no era católico, pero el
ejemplo de vida de su esposa logro su conversión, pero murió un año después de
su bautizo. Enviaron a su hijo Agustín, que era muy inteligente, a estudiar a
Cartago, fue alejándose de la fe y cometió pecados graves. Mónica le cerró las
puertas de su casa por dar la espalda a Dios y dedicó años a rezar para lograr
la conversión de su hijo. Cuando cumplió 29 años, Agustín fue a Roma a dar
clases donde conoció al arzobispo de la ciudad, San Ambrosio, y le atrajo a
la fe católica. Agustín, ya convertido, dispuso volver con su madre y su
hermano, a su tierra. Pero Mónica ya había conseguido todo lo que anhelaba en
esta vida y murió a los pocos días a causa de una fiebre. Murió en la ciudad de
Ostia del Tíber (387). Es patrona de mujeres casadas y de madres cristianas.
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